QUISIERA DESPERTARME (Donde no quiero ir)

By María García Baranda - abril 23, 2017






  Más allá de mis deseos más sinceros y de mis sentimientos más sobrecargados de más de una decena de matices - esos que me guardo en lo más hondo de mí-, estoy preparada para caminar yo sola. Autónomamente. Individualmente. Puedo jurar que me fuerzo a ello, que no hay voluntad del alma en ese gesto y que no tengo nada planeado. Ni una sola especulación o hipótesis de lo que habrá de ocurrirme, ni de lo que podré encontrarme. Ni la más remota idea de cuáles serán mis reacciones, pero el suelo que tengo bajo mis pies arde y siento, desolada, que soy yo la única que se quema en ese fuego. Por lo tanto, ¿qué otra cosa podría hacer más que no quedarme quieta para no ser devorada por ese incendio?  Y es que hay veces en que nadie acude a apagar esa llama, nadie a calmar la devastación. Y hoy tan solo puedo mover mis pies sin tregua. Sola, yo sola. Acorralada por las propias circunstancias y obligada a nadar contracorriente. Pero realista como la vida misma. Esa que he querido combatir y que me va a ganar esta partida en la que me he dejado el alma. Solo yo sé cuanto y cuán de veras. Solo yo sé cómo. Solo yo hasta dónde. No le deseo pues a nadie la sensación que hoy me ocupa el cuerpo. Atada a mi cintura una cuerda áspera y cortante que me obliga. En mi rostro la pura faz de la decisión y la fortaleza, ensayadas con una mueca infalible. En mi mente un pensamiento noble, ausente de malicia o de rencores. En mi interior,…dije ya que eso me lo guardo. Y en mis manos un mapa que me empuja a tomar un sendero de sentido único que no quiero tomar y con el espacio justo para mis pies. Y a su lado, el abismo. Si te asomas aún puede observarse el resto de mis sueños, mis entregados días, mi admiración de niña y mi constancia. Todos ellos estrellados contra el suelo ¿Y ahora? Ahora solo quisiera despertarme y no tomar camino donde no quiero ir.




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